Una boda inolvidable by Robyn Grady

Una boda inolvidable by Robyn Grady

autor:Robyn Grady
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2014-03-12T23:00:00+00:00


Scarlet disfrutó de la relajación posterior al mejor orgasmo de su vida. Daniel, que seguía tumbado encima de ella, también parecía agotado. Y satisfecho. No era de extrañar que, después de haber hecho el amor con aquel hombre increíble, se sintiese no solo animada, sino también ansiosa de más.

Aunque no se acordaba de su relación hasta ese día, en su corazón no solo conocía a Daniel McNeal, sino que le importaba mucho. Siempre que lo miraba su instinto le decía que estar con él era la experiencia más bonita de su vida. Los últimos momentos que había pasado entre sus brazos le parecían tan reales como el orden divino del universo.

Qué fuerte.

¿Siempre había pensando en el amor en términos tan cósmicos? No sabía si, hasta entonces, había tenido como prioridad encontrar su lugar en el mundo. Esa noche tenía la sensación de haber encontrado un tesoro. Lo único que de verdad era importante en su vida.

Pero, en el fondo, en algún lugar oscuro, también se sentía desconcertada, nerviosa, como si una parte de ella estuviese preparada, esperando que ocurriese algo malo.

Daniel gimió complacido, le dio un beso y se tumbó de lado. Al notar su brazo debajo de los hombros, Scarlet se acurrucó contra él, sonrió y cerró los ojos. Y la idea de que pudiese ocurrir algo malo se borró de su mente.

–¿Cómo te encuentras?

–Fatal –murmuró ella–. Estoy muy decepcionada.

Él se tensó un instante antes de cambiar de postura para mirarle la cara. Entonces, volvió a relajarse. Después empezó a acariciarle el brazo y ella se preguntó si podía leerle la mente.

–Estás pensando en lo que va a ocurrir después –aventuró.

–Sé lo que me gustaría que pasase.

–Yo también.

Scarlet se colocó encima de él, que se echó a reír y volvió a tumbarla sobre el colchón.

–Eh, despacio, vaquera.

–Hemos tenido sexo –comentó ella, dándole besos alrededor de un pezón–. No hay ningún motivo para que no volvamos a hacerlo.

–Ese es un argumento interesado.

–Para ambos.

No habían hecho más que empezar.

Scarlet siguió subiendo por su cuerpo mientras buscaba con la mano por debajo de las sábanas. Él le sujetó la mano.

–Te deseo, Daniel –le dijo ella–. Y no tiene nada de malo.

–No me conoces.

Ella se sentó y no se tapó con la sábana. Le gustaba estar desnuda con Daniel. Y a él también.

–Sé todo lo que necesito saber –le dijo ella–. ¿Por qué te cuesta tanto aceptarlo? Tenías tantas ganas como yo de hacerlo otra vez.

Él la miró.

–¿Otra vez?

Scarlet frunció el ceño y se frotó la frente. Si era la primera vez que estaban juntos de manera tan íntima, ¿por qué ella se sentía como si hubiesen sido amantes desde el principio? No era su imaginación. No era la primera vez.

¿O sí?

Detrás de ella, Daniel se apoyó en un codo y empezó a dibujar con la barbilla en la parte baja de su espalda. Scarlet cerró los ojos y se dejó llevar por la sensación causada por un acto tan simple. Deseó que Daniel la besase así por todo el cuerpo, en la frente, en las caderas, en los muslos.



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